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martes, 2 de julio de 2013

UNA GRAN NECESIDAD DE NUESTRA NACION

Nosotros, los seres humanos, no nos equivocamos cuando buscamos colmar nuestra ansia de felicidad en la compañía íntima de una persona del sexo opuesto. Verdaderamente el hombre se complementa con la mujer y la mujer con el hombre. Pero como existe en nuestro corazón una ansia de plenitud no nos llenan las uniones informales y pasajeras, ansiamos estabilidad, precisamente, por el gran valor que tiene nuestra persona, y esa unión estable es el matrimonio.

Es tan hermoso encontrar al hombre o a la mujer de nuestra vida. Encontrar a ese ser que se complementa con nuestra persona y que en unión con ella podemos caminar por la existencia sabiendo que ella es para mí y yo soy para ella y que por lo tanto en ella nos podemos apoyar con confianza. Así de bella es la unión conyugal.

Es por ello que es tan importante que nosotros estemos bien preparados para llevarnos bien con nuestra pareja. Sería terrible que al hombre o a la mujer que me corresponde por cónyuge en lugar de hacerla feliz la hiciera desdichada. Por eso más importante que saber ganar mucho dinero es saber amar bien a mi pareja. ¿De que me serviría tener comodidades en abundancia si no se hacer feliz a mi esposa o a mi esposo? Aprender a amar es lo prioritario, es la llave que nos abre las puertas al reino de la verdadera felicidad.

Nunca me cansaré de repetir que el egoísmo es el enemigo del hombre. Un gravísimo error que muchos cometemos consiste en ir al matrimonio con la ilusión de que nuestro cónyuge nos va a hacer feliz. Lo correcto va en sentido contrario: ir al matrimonio con la firme determinación de hacer feliz a mi cónyuge. Esto último es amar, lo otro es buscarme a mí mismo, ser egoísta. Por eso tantos fracasos matrimoniales, porque mi esposo o esposa no me brindó la felicidad que yo tenia la ilusión de conseguir con él o con ella. Esto es equivocar el fin por el cual estamos en la vida, no estamos en la misma para recibir, estamos para dar. Por eso, al unirme en matrimonio con una persona yo me he comprometido con ella a amarla, a hacerle el bien, a poner todo lo que está de mi parte para que sea feliz. La dicha que tanto anhelamos no se alcanza buscándonos a nosotros mismos, se alcanza buscando hacer felices a los demás. Y esto es precisamente lo que nos hace fuertes, lo otro, nos hace vulnerables.

México podría convertirse en una nación fuerte si sus matrimonios fueran fuertes. Nuestra sociedad tendría consistencia. Es necesario pues que redescubramos la belleza del matrimonio, es necesario que lo valoremos como lo que es, una unión sagrada en la que tanto los hombres como las mujeres podemos experimentar auténtica dicha, auténtica plenitud.

Hombres y mujeres que aman de verdad, eso es lo que necesita nuestra nación. Hombres y mujeres unidos permanentemente, consagrados el uno al otro a la noble tarea de hacerse el bien mutuamente y hacer el bien a los demás.  Eso es lo que necesita nuestro país, eso es lo que necesitan nuestros hijos para desarrollarse adecuadamente y poder ellos a su vez formar matrimonios y familias fuertes, que ennoblezcan a nuestra nación. He aquí la gran tarea que tenemos.


Diego Alberto Treviño Rodríguez